Nuestro primer paso en poner un una cacerola la nata, la miel, el azúcar, la vainilla y la leche. (Nos vamos a reservar un poquito de leche para disolver la maicena) Removemos todo bien.

Con la leche que habíamos reservado vamos a disolver la maicena bien hasta que quede bien disuelta

Poner la cazuela al fuego y cocer a fuego medio- bajo hasta que se disuelva el azúcar, unos 5-10 minutos

Agregar la mezcla de leche y maicena y cocer mientras batimos y removemos hasta que espese y se formen una especie de natillas.

Apagar el fuego y agregar la mantequilla, remover bien para que se disuelva con el calor residual

Verter la crema en un bol para que se enfríe antes y en otro bol montar las claras a punto de nieve firme con el pellizco de sal. Cuando las claras no se muevan del bol estarán listas.

Agregar poco a poco la mezcla de natillas a las claras a punto de nieve. No es necesario que estén totalmente frías, simplemente que hayan bajado un poco de temperatura. Agregarlas siempre en tandas y con movimientos suaves, con la ayuda de una lengüeta, para que así se bajen lo menos posible.

Verter la mezcla en una jarra, tapar con papel film, y dejar enfriar en la nevera hasta que esté muy fría.

Una vez, bien fría la mezcla, verter la base de helado en la heladera, si disponemos de ella, y poner el programa que nos indica el fabricante (Suele ser como mínimo 50 minutos)

Si no disponemos de heladera, lo ponemos en un recipiente, y lo congelamos. Para que no cristalice el helado durante la primera hora lo batimos enérgicamente cada 15 minutos y luego lo volvemos a meter al congelador. Y después, a partir de la segunda hora, lo batimos cada 30 minutos. Después lo metemos en el congelador hasta conseguir la textura deseada.

Si lo conservamos en el congelador, para obtener, de nuevo una textura cremosa, lo batimos con una turmix o lo dejamos a temperatura ambiente unos minutos.