Con ayuda de un rodillo, chafamos las galletas dentro de una bolsa de congelar. Mientras tanto derretimos la mantequilla en el microhondas

En un bol juntamos estos dos ingredientes y los extendemos uniformemente en el molde desmontable para horno, dejando los bordes un pelín más levantados para evitar que se salga la mezcla. Una vez hecho lo metemos en el congelador mientras mezclamos el resto de ingredientes.

En un bol añadimos la nata, el queso de untar y el azúcar. Mezclamos bien con la batidora de varillas.

Una vez esté todo mezclado añadimos los 5 huevos y el queso curado, volvemos a mezclar todo bien con cuidado de no dejar ningún grumo.

Sacamos el molde del congelador y añadimos la mezcla en el con cuidado.

Con el horno precalentado a 175 grados, metemos el molde y lo dejamos 35 minutos con calor arriba y abajo. Al pasar este tiempo yo lo tuve unos 3-4 minutos en modo gratinar y con calor al máximo.

Lo sacamos del horno y dejamos enfriar 90 minutos antes de desmoldar. No os preocupéis aunque veáis que la tarta baila por el centro, pues el mismo calor residual hará que termine de hacerse. También la gracia de esta tarta es que quede más cremosa por la parte central.