Un día antes de preparar el plato, lavamos el bacalao para quitar el exceso de sal y lo ponemos en una cazuela con agua fría abundante. Cuando lleve seis u ocho horas aproximadamente, se tira el agua y se pone agua limpia. Pasadas otras seis u ocho horas, repetimos el cambio de agua. Pasado el día, se escurre el bacalao y se puede empezar a preparar todo.

Troceamos las patatas, procurando que sean trozos cascados (sin que el cuchillo las corté del todo)

Troceamos la cebolla, sin picarla fina, y la ponemos a dorar en una cazuela con el fondo cubierto de aceite de oliva, a fuego suave para que se haga casi del todo sin quemarse. Cuando esté a medio hacer, añadimos el pimiento troceado.

Una vez que esté dorada la cebolla, añadimos las patatas troceadas y removemos con una cuchara de madera para que se rehoguen bien dos o tres minutos.

Añadimos el vino blanco, cuando haya perdido el alcohol añadimos una cucharadita de pimentón dulce y removemos para mezclar todo bien.

En un mortero machacamos los ajos y un par de ramitas de perejil y las añadimos a la cazuela. Mezclamos bien y rehogamos otro minuto sin que se queme.

Cubrimos con el caldo, añadimos el laurel y ponemos a hervir a fuego lento.

Cuando lleve unos 10 minutos hirviendo, añadimos el bacalao y lo dejamos hervir otros 15 minutos más. Cuando el bacalao lleve cinco o diez minutos en la cazuela, es conveniente comprobar el punto de sal.