Ensaladilla de patata con huevo y mostaza

Hay mucha gente antipática y maleducada, por ahí, andando libremente.
Os pongo en situación: en la ciudad es festivo, pero a 8 km —donde vivimos— no lo es, así que hoy decidí acudir al área comercial dedicada a deportistas, esa con logo azul y blanco, para hacerme con unos pantalones cortos (sí, aún tengo la esperanza de tener verano).
Por norma general, tengo un problema de: simpatía, cercanía y cordialidad para con el prójimo —aunque no lo conozca de nada—. Y el hecho de que yo trate a un desconocido con relativa amabilidad y educación, no significa que ese homúnculo pueda aprovecharse de mí.
Con mis pantalones en la mano, decidí jugar a cajera y me puse en la cola de: by_myself. Tras 3 minutos de espera, y colocada detrás de una pareja, observé como un trabajador casi arroyaba a un señor que venía en mi dirección, con una bolsa de pelotas de golf, pero que tras un quiebro, y sin vacilar, se colocó delante de mí. Yo puse cara de “¡Qué morro!” pero no dije nada, pero la que estaba detrás de mí, me susurró: “Se te ha colado”. Tras mi sonrisa más sincera y afable le dije al culpable: “Disculpe, pero estamos todos en la cola”. Y entonces el golfista se giró, miró la cola, me miró con cara de asco infinita y me dijo: “No, niña. La que te acabas de poner eres tú”. Pero vamos a ver, a mis tatantos, que un desconocido me tutee y me llame niña, despertó a la bestia que vive en mí.
El golfista se fue sin sus pelotas.
(¿Me he explicado?).

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