Preparamos todos los ingredientes

En un bol ponemos la harina, el azúcar, los huevos, la mantequilla, la levadura, la esencia de vainilla y una pizca de sal, mezclar todo muy bien hasta conseguir una masa homogénea, compacta y esponjosa (se amasa muy fácilmente) una vez tengamos la masa, envolvemos en film transparente y metemos en el frigorífico 30’

Vamos haciendo el relleno: en un bol ponemos el queso ricotta, 5 cucharadas de azúcar, 1 huevo, 50 gr. harina de almendras, ralladura de 1 limón, el aroma de esencia de almendras amargas y batir con batidora hasta conseguir una crema homogénea, reservar.

Sacar la masa del frío, partir en 2 partes iguales, hacer 2 bolas para comprobar que son del mismo tamaño más o menos

Sobre un papel de hornear ponemos un poco de harina, encina colocamos una bola de masa, aplastar un poco con las manos y continuar con un rodillo

Cuando hayamos conseguido tener la masa con un diámetro un poco más grande que el molde la colocamos encima, asentamos muy bien la masa en la base, extendemos con los dedos hacia arriba del contorno.

Ponemos la crema de almendras sobre la masa, extendemos muy bien

Vamos a hacer lo mismo con la segunda bola, cogemos papel de hornear, enharinamos un poco, extendemos la masa y una vez extendida volteamos el papel de hornear de tal modo que la masa quede en contacto con la crema de almendras

Quitar el papel con cuidado, presionar el contorno de la segunda masa sobre la primera, sellar bien apretando con los dedos las 2 masas, recortar el contorno de las masas para que quede todo igualado

Volver el contorno hacia el centro, sellar con un tenedor para que no se salga el relleno en la cocción

Sacar del horno y dejar enfriar por completo en el molde