En un cuenco mezclamos la levadura, azúcar, harina de espelta y vino tinto joven. Mejor utilizar el vino joven por su sabor afrutado. Mezclar todo, tapar con un plástico y esperar que se leude.

Cuando la masa se leude, en otro cuenco más grande mezclar la harina de espelta con levadura seca y añadir la masa leudada y mezclar.

Añadir una parte del vino tinto, mezclar y añadir el aceite. Seguir mezclando. Añadir toda la harina restante y el vino restante.

Cuando ya tengamos todos los ingredientes unidos, sacamos la masa sobre la mesada y empezamos amasarla durante unos minutos. La masa debe quedar lisa. Luego la aplastamos y repartimos todos los nueces. Cerramos la masa, la amasamos suavemente y formamos una bola con la masa. La metemos en el cuenco, la tapamos con un paño, y la dejamos reposar durante 1 hora y 30 minutos aproximado, dependerá del vuestro sitio.

Cuando la masa ya esta leudada (dobla su tamaño) la dividimos en 4 partes y formamos 4 bolas.

De cada bola formamos un pan alargado, para ello, cogemos la bola y la aplanamos ligeramente en forma de disco. Doblamos la mitad superior del disco hacia el centro. Hacemos lo mismo con la mitad inferior. Doblamos los extremos también hacia el centro. Sellamos bien la junta pellizcando suavemente.

Sobre una bandeja para horno, ponemos una lámina de papel vegetal y ponemos los 4 panes, los tapamos con un paño y dejamos que se reposan 15-20 minutos.

Precalentamos el horno a 230ºC.

Pasados 20 minutos, decoramos los panes con semillas y con la ayuda de un cuchillo afilado, hacemos cuatro cortes oblicuos, por pieza.

Colocamos la bandeja al horno y antes de cerrar la puerta del horno, pulverizamos agua hacia las paredes del mismo con un pulverizador doméstico. Esto provocará un ambiente húmedo, para que el pan desarrolle un buen volumen.