Supongo que a todos os habrá pasado: tener un texto en el ordenador, darle formato, paginarlo, incluir gráficos con su pie, y al intentar imprimirlo, tal y como aparece en pantalla, una se convierte en Tom Cruise en Misión imposible, porque o bien la impresora no detecta el formato, o falta el cartucho de tinta magenta, o hay papel enganchado. Así que una, inocentemente, se pone a levantar la tapa frontal y a quitarle la tapa trasera. Una hora después el resultado es la rotura de la tapa posterior ya que no está diseñada para quitarla 25 veces en 10 minutos —pero está solucionado, el celo lo solventó—. El desmontaje de todas las tapas y recovecos de la impresora para intentar quitar cualquier resto de papel, ha provocado que al meter la mano hasta el codo, en sus fauces, mi extremidad superior haya adquirido un bonito tono cian. Incluso la nariz está negra por tanta cercanía y tanto llanto de frustración.
Pero una ya esperanzada, en un principio con todo solucionado, le da de nuevo al botón: Imprimir, conteniendo la respiración y ve que no aparece ningún mensaje inquietante, así que sonríe y se relaja…pero el texto sale despaginado, en blanco y negro y sin el gráfico. Además la impresora decide por sí sola, sacar el documento 5 veces seguidas.
Sólo se me ocurre que a lo mejor, en el fondo, los fabricantes de impresoras son unos románticos y quieren que recuperemos el encanto del manuscrito. Ya que esto no me pasa sólo a mí, ¿verdad?

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