Yemas curadas con base de arroz jazmín y merengue salado

Esta es una receta que llevaba mucho tiempo gestándola en mi cabeza y por fin, he decidido llevarla a cabo. Parece un postre pero es un entrante muy atractivo para una ocasión especial. Es de esas recetas complicadas de hacer al principio, por no saber cómo encajar y ejecutar ese cúmulo de ideas que llevas en mente y por eso, te puede llevar a hacerla casi tres horas al principio. Aquí hay tres elaboraciones por separado y es ahí la perdida de tiempo. Es una receta larga y parece muy complicada, pero una vez llevada a la práctica, es coser y cantar.
Paso a paso
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En la primera foto, podéis observar los huevos como todavía están sucios de haberlos recogido del campo y es así como los venden, como seña de identidad de que son silvestres. Es una guarrada pero en Marruecos así son las cosas con estas cosas y si no están así, no los compraría nadie por desconfianza y dirían que no son silvestres.
- 2
Yo lo que hago es, poner un recipiente con agua y unas gotas de lejía y los dejó unos cinco minutos y luego los lavo con un estropajo y los dejo secar en el frigorífico.
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Cogemos un recipiente y añadimos los 150 gr, de sal gruesa normal, los 175 gr, de azúcar Moreno y la cucharadita de eneldo. Seguidamente, mezclamos bien hasta este completamente mezclado uniformemente. A continuación, cogemos una fuente y le añadimos en el fondo los 300 gr, de sal gruesa en
roca y hacemos una superficie plana con ella. Seguidamente, le añadimos tres cucharaditas de la mezcla de sal con el azúcar, el eneldo y la extendemos sobre la sal en roca. - 4
Cogemos un recipiente grande para que las claras caigan dentro cuando casquemos los huevos y saquemos las yemas. Como estos huevos tienen la cáscara muy gruesa y dura, vamos a utilizar un cuchillo muy afilado para darle un golpe en el centro y de esta forma, vamos a evitar que se nos revienten la yemas. Una vez que lo hayamos cascado, con mucho cuidado vamos colocando las yemas encima de las sales. Una vez que tengamos las cinco yemas en la sal.
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Cogemos una cucharilla y comenzamos a cubrirlas con la mezcla de sal y azúcar evitando no sobrecargar encima de las yemas para que no se nos revienten pero tienen que quedar completamente cubiertas.
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Seguidamente, tapamos con film y procurar que quede bien sellado para que no entre aire. A continuación, guardamos en el frigorífico durante una hora y media para que cojan firmeza.
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Las claras las ponemos en un bol, las tapamos con film y reservamos en el frigorífico.
Pasada la hora y media, cogemos un bol, lo llenamos de agua y con una cuchara, vamos cogiendo las yemas, las metemos en agua y le damos unos meneos para quitarle la sal. Una vez que la tengamos limpias, cogemos una fuente, le añadimos unos hilos de aceite de girasol en el fondo para que no se nos queden pegadas y ponemos las yemas ya limpias.
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(Propuestas)
Aquí tenemos varias opciones como esta, que la vamos a consumir de enseguida, pero la podemos consumir en varios días después si quisiéramos. Cada día que pase en el frigorífico, se irán endureciendo hasta las tres semanas máximos, que tomará una textura muy firme y la podemos rallar con rallador sobre ensaladas, pastas o lo que más nos apetezca. Esta es que yo he hecho, es la más complicada de preparar, por la frescura de la yema y a la mínima se nos puede ir al traste todo.
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A continuación, sacamos las claras del frigorífico.
Seguidamente, le añadimos media cucharadita de lemongrass, el maci y una pizca de sal fina, que nos van aportar esos toques a cítricos y ese maravilloso aroma del maci al merengue.
Una vez añadiendos estos dos aromatizantes naturales.
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Cubrimos el bol con film y dejamos un hueco para poder meter el brazo batidor y no nos salpique mientras estamos montando el merengue.
A continuación, metemos el brazo batidor, montamos el merengue y una vez montado, lo guardamos en el frigorífico.
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A continuación, ponemos una olla pequeña en el fuego con agua y dejamos que hierva
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Mientras tanto, vamos a preparar una salsa exquisita, que nos va aportar frescor y un toque crujiente del pepinillo encurtido. En un vaso batidos, añadimos el último huevo, los granos de pimienta verde, las alcaparras, una pizca de sal y el cuarto de un vaso de aceite girasol. Esta salsa tiene que salir más líquida que una mayonesa y por eso, tenemos que tener muy en cuenta la media exacta de aceite.
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A continuación, metemos el brazo batidor y lo dejamos quieto en el fondo del vaso y darle a media potencia sin mover, hasta que veamos que comienza a subir la salsa.
Cuando veamos que comienza a subir la salsa, comenzamos a batir hasta tenerla montada y la guardamos el el frigorífico.
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A continuación, cuando veamos que ha hervido el agua.
Le añadimos el arroz y removemos durante unos segundos para que no se nos quede pegado en el fondo de la olla.
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A continuación, le añadimos media cucharadita de lemongrass y una pizca de sal fina Marina.
Mezclamos bien y dejamos cocer durante doce minutos y de vez encuadrado, removemos un poco.
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Mientras tanto, laminamos el pepinillo y luego cortamos en tiras y por último, lo picamos muy fino como se puede observar en la foto.
Seguidamente, se lo añadimos a la salsa y guardamos de nuevo en el frigorífico.
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Pasados los doce minutos, reiteramos el arroz del fuego y lo ponemos a escurrir sin enjuagar con agua fría. No lo enjuagamos porque no queremos se se nos pierdan los aromas del jazmín y de lo que le hemos puesto.
A continuación, le añadimos unos hilos de aceite de oliva por encima y dejamos tibiar unos minutos en un sitio donde haya corriente de aire. Le añadimos unos hilos de aceite de oliva y con un tenedor, lo cribamos para que se airee rápido y se nos suelten los granos.
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Una vez tibio el arroz, cogemos un aro de empatar pequeño, lo ponemos en un recipiente para servir y lo rellenamos de arroz y hacemos tres montoncitos.
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Seguidamente, le añadimos una cucharadita de la salsa de pepinillos a cada montoncito con generosidad.
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Seguidamente, colocamos una yema en encima de la salsa en cada uno de los monocitos.
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Por último, colocamos una cuchara de merengue entre los montoncitos y una cucharadita de microhabitas encima de las yemas y rematamos con un par de cucharaditas de aceite del que haya sobrado del macerado de las yemas y listo para servir.
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