Mona de Pascua con espejo y figuras de chocolate

Precalentar el horno a 170 grados con calor de arriba y abajo. Forrar con papel de hornear un molde redondo de 23 cm de diámetro.

En bols diferentes, separar las claras de las yemas.

Con unas varillas eléctricas montar a punto de nieve las claras junto con la mitad del azúcar. Reservar.

En el bol de las yemas, incorporar la otra mitad del azúcar, la vainilla, agua, aceite y batir hasta integrar.

Tamizar sobre la mezcla de las yemas la harina, con la sal y la levadura y mezclar todo. Añadir a esta mezcla una parte de las claras montadas para aligerar la masa que será muy densa. Mezclar con movimientos envolventes.

Pasar la mezcla obtenida al bol con el resto de claras montadas y mezclar con movimientos envolventes hasta integrar todo muy bien.

Verter la masa sobre el molde y hornear 30-35 minutos o hasta que al pinchar con un palillo salga limpio.

Poner sobre una rejilla y desmoldar pasados 10 minutos. Enfriar por completo.

Mientras tanto preparar el almíbar. En un cazo ponemos todos los ingredientes y llevamos a ebullición. Hervir 5 minutos y apartar del calor. Reservar.

Para preparar la trufa ponemos la nata y el cacao en un bol. Mezclar un poco a mano primero para que el cacao no salga volando con las varillas eléctricas.

Batir con varillas eléctricas y cuando veamos que empieza a coger consistencia añadir el azúcar y seguir batiendo hasta que se vea firme y bien montada. Reservar en la nevera.

Una vez frío el bizcocho abrirlo por la mitad. Con un pincel pintar una de las capas con el almíbar. El almíbar que sobre lo podéis guardar en la nevera para otro día. Después rellenar con una capa generosa de trufa. Poner la otra capa de bizcocho encima y presionar un poco para asentarlo bien.

Preparar una fuente o plato sobre el que pondremos una rejilla y sobre esta ponemos nuestra tarta. De esta forma cuando vertamos el glaseado no se desparramará por todos lados. Y una vez lista, preparamos el glaseado.

Poner a remojo en agua fría las hojas de gelatina. Trocear el chocolate.

En un cazo poner el agua y el azúcar. Llevar a ebullición. Remover de vez en cuando para diluir el azúcar completamente.

Cuando empiece a hervir echar el chocolate troceado y remover y hasta que vuelva a hervir. Es importante no dejar de remover para que no se nos queme el chocolate.

Cuando veamos está hirviendo de nuevo apartamos del calor. Escurrir bien las hojas de gelatina y las incorporamos. Remover hasta ver que se han disuelto.

Dar unos golpes en seco con el cazo sobre la encimera para deshacer las burbujas que se hayan formado al remover.

Inmediatamente vertemos el glaseado sobre la tarta. Lo vertemos sobre el centro y el sólo se irá deslizando cubriendo toda la superficie y los laterales. No hace falta alisarlo con una espátula, suele quedar perfecto.

Dejamos enfriar 15 minutos y lo llevamos a la nevera al menos dos horas.

Decorar a vuestro gusto con figuras de chocolate, chuches o toppings... lo que tengáis a mano o más o guste.