Lo primero es poner el fuego muy flojo y echar los 750 gramos de miel en la cazuela para que se derrita y suelte todo el agua.

Cuándo la miel se ha calentado y la tenemos disuelta y líquida empezamos a añadir el azúcar muy poquito a poco, es importante no echarla de golpe porque se harán pegotes.

Mientras añadimos el azúcar, vamos removiendo y removiendo, siempre a fuego lento. (yo lo muevo con cuchara de palo).

Cuándo hemos añadido todo el azúcar seguimos moviendo y teniendo el fuego bajo. Veremos que la miel tiene como espuma de tanto moverlo, burbujitas. Eso tiene que seguir así, por eso no podemos parar de mover.

Mientras mi nieta seguía moviendo la miel con el azúcar yo he montado la clara a punto de nieve en un cuenco grande. (Si no estamos con nadie, lo que hacemos es montar la clara antes de hacer el paso de la miel).

Dejo medio minuto de mover la cazuela y uego voy echando la mezcla de miel en el cuenco de la clara, muy poco a poco, como si fuese un hilo muy fino que va cayendo.

Mientras cae la mezcla de miel seguimos batiendo y moviendo con las varillas, no dejamos de batir. Estamos unos 3-5 minutos sin parar de mover una vez hemos echado toda la mezcla de miel y azúcar.

Echamos todo sobre el cazo y calentamos hasta que se haga una especie de caramelo, empieza siendo pringoso, entonces ese es el momento de añadir la almendra.

Seguimos moviendo y mientra añadimos el limón rallado y mezclamos todo para que quede todo bien. Ya costará bastante mezclarlo, por eso lo de utilizar la de palo poque sino me cuesta mucho y se me cansan los brazos.

Forramos el cajón de madera de turrón y, sino tenemos pues utilizamos una fuente de cristal rectangular y vertemos la mezcla caramelizada sobre el molde.

Dejamos que se enfríe a temperatura del ambiente y luego metemos 2 -3 horas en la nevera para que se enfríe y se termine de hacer duro.

Si lo vamos a guardar tenemos que evitar que tenga aire, lo ideal es guardarlo en papel de filme dentro de un tupper o de la caja de madera.