Tamizamos bien la almendra un par de veces y reservamos.

Para el almíbar ponemos en un cazo, el azúcar blanco y el avainillado. Le agregamos los 100 m de agua y cocemos 10 minutos. Retiramos del fuego y añadimos un chorrito de agua de Azahar.

Vertemos este almíbar poco a poco sobre la almendra molida, mientras mezclamos bien con una espátula de silicona o una cuchara de madera. Volcamos la mezcla en la encimera y amasamos con las manos hasta que sea homogénea.

Hacemos un rulo grande, y dividimos la masa de almendras en tres partes iguales. En una de las partes, la abrimos un poco y añadimos en el centro unas gotas de colorante verde, el suficiente para que tiña suavemente la masa. Amasamos bien con los dedos hasta que el colorante se integre y nos quede un color uniforme. Hacemos exactamente lo mismo con otra de las porciones de masa, pero esta vez tiñéndola con colorante rojo. La tercera parte de la masa la dejamos tal cual, con el color natural.

Hacemos rodar sobre la encimera cada porción de masa, hasta formar tres churros iguales, de 1 cm y ½ de diámetro más o menos. A continuación hacemos una trenza con los tres churros y cortamos porciones, de unos 20 g cada una aproximadamente. Hacemos rodar entre las palmas de la mano cada trocito, para formar unas bolitas. homogéneas y lisas.

Preparamos un plato llano con azúcar blanco, y con cuidado para que no se deformen, vamos rebozando todas las bolitas en el azúcar.