Rosquillas caseras de anís, como las de la abuela

Cogemos los huevos, separamos la yema de la clara. Montamos las claras. A mano cuesta bastante, así que si tenéis batidora con brazo amasador, mejor. Reservamos las claras

Ahora, batimos las yemas con el azúcar hasta que estas doblen su tamaño. Cuando lo hagan, añadimos la leche, el aceite, el anís y la levadura, la sal y mezclamos todo muy bien.

La masa comenzará a espesar y pronto tendremos que usar las manos. Continuamos añadiendo harina hasta que la masa sea compacta pero bien manejable y algo pegajosa. Amasamos bien con las manos como si fuese masa de pan unos 10 min

Tapamos y dejamos reposar unos 20 min. Esto se hace no solo por la levadura. Cuando las masas reposan, digamos que se autoamasan. Lo que nos dejará una masa más manipulable y si nos hemos quedado un poco escasos en el amasado se "corregirá un poquito".

A estas alturas, la masa será blanda y al estirarla entre los dedos, ella se estirará bastante y sin romperse.

Preparamos una superficie con papel de horno, trapitos de algodón o el mismo mármol desnudo, espolvoreándole harina.

En una sartén ponemos aceite abundante a calentar. Cuando se caliente ponemos el fuego medio-bajo y vamos añadiendo las rosquillas que quepan sin colapsar porque crecen.

Les damos la vuelta y dejamos hasta que cuezan por ambos lados. No tardeis mucho, se hacen rápido.

Podéis rebozar en azúcar glasé o normal. A mí me gustan sin nada.