Yo he usado este pollo de BonArea (la mitad, unos 300 gr). Yo como lo acababa de cocinar, mientras se enfriaba he picado bien la cebolla y la ponemos a pochar en los 90 ml de aceite.

Ponemos en otra olla los 900 ml de leche a calentar (sin llegar a hervir) junto con los 200 ml de nata líquida. Justo antes de llegar a hervir paramos fuego y ¡OJO! Ahora cogemos los huesos del pollo, y pa' dentro! La leche va a coger un gustillo a pollo tremendo. Dejamos con fuego apagado y con los huesos dentro para que infusione durante media hora.

Mientras infusiona picamos el pollo y ahora pasamos a empezar con la bechamel. Añadimos a la cebolla los 90 gr de harina y cocinamos a fuego suave/medio durante un par de minutos, hasta que llegue a esta textura.

Una vez alcanzada la textura anterior, añadimos 2 cazos de la leche, se consumirá enseguida, así que a medida que vaya consumiendo la leche, le vamos echando un par de cazos más, hasta terminarla. Siempre sin parar de remover (con varilla siempre para que se oxigene). Una vez añadida toda la leche, nos quedará esta textura.

Añadimos el pollo a la bechamel, una cucharadita de nuez moscada, una pizca de pimienta blanca y probamos de sal. Ahora a fuego muy bajo vamos mezclando durante unos 5 minutos para que se aposenten todos los sabores. Apagamos fuego y tapamos, dejamos reposar en la olla durante media hora para que temple. Ahora a la nevera un mínimo de 4 horas (lo dejo toda la noche).

Ahora toca la parte más pesada, ¡a rebozar! Con una cuchara cogemos el tamaño que queramos y le das la forma que tú quierasen tus manos. El orden para rebozar es: harina, huevo, pan rallado.

Dejamos reposar mientras se calienta el aceite, las croquetas ya empanadas en el congelador (unos 5-10’) ¡Y a freír!