Hace años me enseñaron que el pollo debe descongelarse antes de cocinarlo. No sé si esto se mantiene, pero yo lo hago. Las presas que se elijan deben estar sin piel (bueno, excepto si les gusta) y en lo posible con casi nada de grasa visible (lo cual es más fácil con la pechuga, pero yo tenía patas).

Picar la cebolla, el apio y el morrón (lo tenía ya picado y en el freezer).

Poner al fuego una cacerola o sartén alta, de fondo grueso y, cuando se caliente, añadir el aceite. Si se quiere, se lo puede saborear con un diente de ajo. Dorar allí el pollo. Fuego fuerte, un par de minutos de cada lado.

Añadir el mix de cebolla, apio y morrón, salpimentar y revolver bien, manteniendo el fuego vivo otros 3 o 4', hasta que se sancoche todo bien.

Verter el vino (es poco a propósito, para que no quede muy caldoso), bajar el fuego a mínimo y dejar cocinar despacio, tapado, revolviendo de vez en cuando.

A los 30' aprox. (dependerá del tamaño de las presas y de si tienen o no hueso), añadir las zanahorias. Verificar que haya algo de líquido, revolver y tapar. Cocinar 10' más.

Añadir entonces las ciruelas, revolver y cocinar un par de minutos.

Para asegurarse de que el pollo está bien cocido, en especial cuando es pata o tiene huesos, hincar un palillo de madera en la articulación o hacia el hueso. Si el líquido que sale es aún rojizo, le falta cocción; si es amarillento, ya está listo.

Aquí surgen dos opciones. Una, servirlo tal como está, acompañado de la guarnición y colando el jugo, que no será demasiado. Incluso se lo puede dejar evaporar unos 5' más.

La otra es reservar el pollo y la mayor parte de la guarnición, manteniéndolos caliente y procesar el resto para obtener un puré ligero.

Emplatar colocando una porción de puré, encima el pollo y acompañar con el resto de la guarnición.