Patatas rellenas

“…a Dios pongo por testigo de que jamás volveré a pasar hambre, ….”
Olé, olé y olé!!!!
Me encanta. Me declaro una admiradora absoluta de Katie Scarlett O’Hará…
Si dices Escarlata, todo el mundo sabe de quien estás hablando. Es cierto que esto también ocurre con Gilda —famosa por quitarse un guante y por no haberse desplomado después del bofetón (aunque no entiendo cómo pudo mantenerse en pie)—, y Sabrina —ideal, monísima, quizá un poquito simple, enamorada de quien no debía durante toda la película, hasta que, muy al final, se da cuenta de quién merece la pena—. Pero ninguna de las dos le llega a Escarlata a la suela del zapato.
Esa forma de moverse, esa forma de mandar, esa forma de mirar, esa forma de ignorar… Espectacular!
No hablemos de Hamilton, de Kennedy, ni del blandibobo de Ashley (y su bondadosa Melita), ni siquiera de Rhett Butler, que antes de perderse en la niebla, entona su: “Francamente querida, eso no me importa”, porque no hay nada parecido al: “No debería dejarle ir, no. Habrá algún medio para hacerle volver… Ahora no puedo pensar en ello, me volvería loca si lo hiciera… Ya lo pensaré mañana, porque definitivamente, mañana será otro día”.
¡Qué grande! ¡Carpe Diem, sí, Señor! ¡Qué independencia! Ojalá todas aprendamos a ser algo Escarlarta.

(Sumamos esta receta a la temática: Revista Cookpad Julio)

#DelantalGlobal2024 + #RevistaCookpad